Alguna vez Discreta Strómboli, la afamada precursora de la fotografía futurista
de la Escuela de Arte Moderno de la ciudad de Siracusa, se preguntó acerca del
valor del arte en tiempos de una pandemia. Su pregunta, tomada en un principio
a la ligera, e incluso como objeto de burlas por parte de sus contemporáneos, se
tornó, al poco tiempo en una certeza espeluznante, cuando la mismísima ciudad fue
escenario de la terrible peste “Avant Garde” que aniquiló incontables vidas
clásicas y sembró el terror en las estructuras mismas del arte europeo. La pregunta
de Discreta terminó siendo en ese contexto, un disparador para que en los meses
que duró su confinamiento sanitario, pudiese embarcarse en un frenesí creativo en
busca de la esencia del sentido del arte en la vida y la muerte humana. Entre las
abundantes obras producidas, Discreta logró concebir lo que hoy se conoce como
la expectación futurística muerta, en esta idea, la artista, luego de un sinfín
de pruebas, pudo componer la única foto en la que, en un mismo espacio, el tiempo
y sus dimensiones podían ser visibles en los distintos cortes de la imagen, a
saber: en una parte un grupo de frutas rejuvenecían al punto de hacerse apenas
unas pequeños brotes, en otra, un pájaro permanecía en un presente perpetuo y
en otra parte, ella envejecía sin remedio, esperando el fin del tiempo pandémico
en que orgullosa le mostraría al mundo
que las canas en su cabeza eran el premio a su exaltación del arte, pero por
sobre todo, un homenaje a su inquebrantable paciencia.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

LO DE LAS CANAS EN SU CABEZA ME RECUERDA ALGO.........
ResponderEliminaresteeeeeeemmmmm
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