De los abundantes hechos clasificados como verdaderas “rara avis” de las
pandemias mundiales, el de Inclemencia Garibaldi, una profesora de ciencias
naturales y físicas del instituto Dr. Frapuccino en Caiazzo, al norte de Italia
es, por lejos, uno de los más extraños. La historia de Inclemencia transcurrió
durante la cuarentena obligatoria, decretada en 1912 a causa de la terrible gripe
Cuántica. La científica trabajaba en su tesis doctoral, sobre las radiaciones
escatológicas y su consecuente afectación en el movimiento de las partículas subatómicas,
cuando la orden de encierro la dejó enclaustrada en su laboratorio por seis
meses. Con el estudio de los diarios encontrados luego de la emergencia sanitaria, se supo que Inclemencia habría dado con una particularísima forma de entender la esquiva
naturaleza de los agujeros negros, entendiendo a estos como portales a
universos paralelos y lo más extraño era, que afirmaba haber detectado algunas
de estas partículas emergiendo de ciertas partes del cuerpo humano. Lamentablemente
nada se supo de ella, ya que al ingresar al laboratorio sus colegas constataron que literalmente Inclemencia se había esfumado, según ellos, al ser víctima de los efectos de su investigación. Solo le sobrevivieron sus notas, pero no sirvieron de mucho ya que conforme
se avanzaba en su lectura, pasaban de ser los informes de una eminente científica a ser los pensamientos sueltos de una joven para mutar a ser ingenuos deseos de amor de una adolescentes y luego los juegos inocentes de una niña hasta que al fin, eran solo unos ilegibles garabatos parecidos a los que hace un bebé cuando apenas si sabe tomar una
lapicera.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

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