La desconocida “Influenza de la pascua” ocurrida durante el 426 d.c, ha
sido uno de los grandes retos para los estudios de la epidemiología moderna. Dicha
pandemia, narrada en uno de los textos recientemente encontrados del
cristianismo copto en la antigua Alejandría, trajo inmensas penurias a los
habitantes de los poblados que rodeaban el Nilo. Dicha enfermedad extendía la compulsión
a creer ser el Mesías enviados por dios, y tras el contagio, las victimas repetían
una y otra vez durante meses las escenas de la pasión hasta incluso llegar a auto
crucificarse al costado de los caminos y morir en un éxtasis ecuménico. Los
textos también narran la extraña historia de Histia de Nazaret (como se hacía
llamar), una joven hija de un mercader de la isla de Faros y una cortesana
romana que tras manifestar los síntomas místicos, y según las interpretaciones
ser inducida por el propio dios, iría mas allá que todos los afectados fundando
la secta de la Iglesia de la santa cuarentena, y con ella, el extraño rito de auto-crucifixión
pero respetando los dos metros de distancia. En muy poco tiempo y sin habérselo
propuesto, Histia indujo con esta práctica la finalización de contagios y por
ello de la propagación de la peste. Los textos nada dicen del destino de la
joven, aunque algunas tradiciones orales cuentan que una vez recuperada de sus
fiebres místicas disolvió el culto creado y pidió a todos sus devotos que no
repartieran mas las estampitas que la mostraban combatiendo las nieblas de la
muerte desnuda y atada a una precaria cruz de madera.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

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