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Pornocronía 21


La desconocida “Influenza de la pascua” ocurrida durante el 426 d.c, ha sido uno de los grandes retos para los estudios de la epidemiología moderna. Dicha pandemia, narrada en uno de los textos recientemente encontrados del cristianismo copto en la antigua Alejandría, trajo inmensas penurias a los habitantes de los poblados que rodeaban el Nilo. Dicha enfermedad extendía la compulsión a creer ser el Mesías enviados por dios, y tras el contagio, las victimas repetían una y otra vez durante meses las escenas de la pasión hasta incluso llegar a auto crucificarse al costado de los caminos y morir en un éxtasis ecuménico. Los textos también narran la extraña historia de Histia de Nazaret (como se hacía llamar), una joven hija de un mercader de la isla de Faros y una cortesana romana que tras manifestar los síntomas místicos, y según las interpretaciones ser inducida por el propio dios, iría mas allá que todos los afectados fundando la secta de la Iglesia de la santa cuarentena, y con ella, el extraño rito de auto-crucifixión pero respetando los dos metros de distancia. En muy poco tiempo y sin habérselo propuesto, Histia indujo con esta práctica la finalización de contagios y por ello de la propagación de la peste. Los textos nada dicen del destino de la joven, aunque algunas tradiciones orales cuentan que una vez recuperada de sus fiebres místicas disolvió el culto creado y pidió a todos sus devotos que no repartieran mas las estampitas que la mostraban combatiendo las nieblas de la muerte desnuda y atada a una precaria cruz de madera.

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