El Gobierno de la pequeña ciudad de Ivángorod en la antigua Rusia fue uno de los primeros gobiernos en lograr
detener el avance de la peligrosa peste desatada en la ciudad de San Petersburgo,
en el aciago año de 1924. La Gripe Eslava, como sería conocida, fue una de las influenzas
más curiosamente oscura que se recuerde en los anales de la historia médica
mundial. Sus síntomas comenzaban con un incremento en las temperaturas de los órganos
sexuales del infectado, para luego, tras un desvarío ideológico perdía
toda esperanza en el futuro. De no haber sido por los esfuerzos de valientes
como Nicolai Sorocovich, o Nikkita Petrova, quienes recorrieron incansablemente
las casas de la pequeña ciudad palpando las temperaturas a los posibles
enfermos, incluso entre ellos mismos, la peste habría desanimado a toda la
especie humana y las víctimas se habrían contado por millones.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

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