En el año del dragón en China el 7 de noviembre de
1952 en la provincia de Wujan la famosa bailarina Princesa Wang del Club
nudista Mao amaneció en una estado de excitación incontrolable tras haber sido, según sus propias palabras, visitada
por los dioses chinos de la clarividencia y particularmente por Li T´hei Kuai , protector
de los enfermos. El dios Kuai le habría predicho que en un
futuro próximo se extendería desde esa ciudad hacia el mundo una epidemia, y
que dicha enfermedad estaría asociada directamente a su nombre artístico. Ante semejante profecía, la princesa, tras adquirir una máscara de gas del ejército
revolucionario, progresivamente fue aislándose de todo y de todos a su alrededor. Al principio
los clientes del club festejaron la innovación artística y performática de la princesa,
que culminaba sus actos desnuda y ataviada con su inseparable máscara, pero con el tiempo,
incluso el Sr Hun, dueño del bar, intentó en vano
convencerla de que se trataba tan solo de un sueño estúpido. Pero la princesa jamás escuchó
las voces de alarma y por la poca alimentación que podía ingerir con aquel
adminiculo fue minando progresivamente su salud hasta acabar con su vida tres
años después de aquel fatídico sueño. De la epidemia profetizada nunca se supo
nada hasta comienzos del año 2020 en que todos pudimos conocer al virus que
muchos años antes le había arrebatado la corona a la hermosa princesa a cambio
de una inútil máscara de gas.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

AHORA ME QUEDA CLARO...LA CORONA ERA DE ELLA!!!!!
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