Es
bien sabido que las carmelitas descalzas del convento de Georgetown,
perteneciente a la catedral de Saint George, no dejan nunca sus tareas a medio hacer, y mucho menos
si se trata de verificar que todos los botones de la sotana del cura del la
iglesia, el padre Harrison, estén en su sitio. Las ponzoñosas y envidiosas
lenguas de las compañeras de Sor Anastasia Lidell solían inventar historias
acerca del empeño que la monjita ponía en dicho menester.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

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