Gervacio
Azcuénaga, el Renombrado chef de las
islas Canarias, solía mencionar que el éxito de su arte en la cocina se debía principalmente
a su compulsión con el orden y la limpieza de su lugar de trabajo, por ello era
extremadamente cuidadoso con todo lo involucrado en el proceso de cocción de
sus famosos platos. Se afanaba en conseguir productos siempre frescos y perfectamente
refrigerados, aseguraba lavarse las manos no menos de trece veces antes de cada
faena, pero por sobre todas las cosas lo obsesionaba no provocar ninguna contaminación por lo que dentro de la cocina mantenía los zapatos cubiertos y de
esa manera evitaba la propagación de impurezas
del exterior. Eso si, siempre, absolutamente siempre, Gervacio se ufanaba en
mantener todas y cada una de sus herramientas protegidas y en un estado de perfecta
y absoluta esterilización.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

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