En el
verano de 1953, el pintor belga Edward Patiño, radicado en Papeete en la Polinesia
Francesa, intenta por enésima vez dar inicio a los trazos del primer cuadro para revertir su malograda carrera como artista de
renombre. Luego de tres años en la isla y de buscar obsesivamente una musa,
Edward encuentra a la joven aldeana Hika Terai a quien propone captar con su
arte. Lamentablemente el artista nunca pudo lograr tal misión, ya que una y otra
vez todo terminaba arruinado cuando la aldeana, presa de una extraña alergia a
los solventes del las pinturas era víctima de una interminable cadena de estornudos que le impedían
al pintor retratar a la fuente viva de sus deseos.
El cierre de la edición número 1 del prestigioso anuario de “Pornocronías” de 1920 a cargo de la afamada dramaturga y promotora del desnudo políglota, la Italiana Nicodema di Auguri , también conocida como “ La donna nuda dal l'underwood ”, es uno de los tantos misterios que rondan los muros de la redacción del trágico pasquín. En dicho texto, Nicodema, además de lograr una de las crónicas más descarnadas del terrible año 20 en el que a la humanidad no le faltaron pandemias, crisis sociales, naciones compitiendo por una vacuna y sobre todo innumerables teorías conspirativas, consiguió en sus últimos párrafos sentar las bases de una teoría del apocalipsis que, aún hoy, y de no ser por su misteriosa desaparición y porque la estudian científicos en todo el mundo, podría decirse que es como menos descabellada. En el escrito, la erudita aseguró que todas las cosas ocurridas en ese fatídico año no fueron más que la condición binaria de la realidad conocida en su entrelazamiento cu...

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